Como si nadie leyera esto, como si esto hubiera sido guardado en hojas sueltas en un cajón oscuro, como si esto siguiera siendo esa oscura idea en mi cabeza. Yo, Gabo, sin más.

sábado, 30 de enero de 2010

Irme y no irme, Irme o no irme.

¿Disyuntiva? ¿Copulativa?
Ambas y ninguna. La una o la otra. Me voy, pero no me voy. Me iba, pero ya no. Mejor me voy. Mejor si las cosas fueran simples, si simplemente la fuerza de voluntad fuera suficiente timón, suficiente motor. Si no hubiera, si no tuviera, si no quisiera ponderar otras variables. Si la memoria no viniera cada tanto cuando lloro, cuando respiro, cuando duermo a torturarme con recuerdos dulces de una ilusión, engaño, timo, pasaje, momento dulces, tiernos, brillantes. Recuerdos en la retina como agujas, en mis manos como brasa, en mis labios como ácido. Y adentro, adentro, como veneno que mata lento, dolorosamente. Que a veces se calma, se duerme. Incluso me engaña y me curo. Para caer nada más más duro.

Para saber que cuando me voy es mejor no irme y que cuando no me voy es mejor irme. Que o me voy o me quedo, pero nunca me voy ni me quedo.

Porque tu recuerdo sólo es aguja, solo es brasa, solo es ácido y veneno cuando es regret.

Mais, helas, je ne fais que te regretter.

1 comentario: